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425 años de cárcel a ‘Anboto’ por colocar un coche bomba en 1985

Estadio de Mendizorroza

La banda terrorista ETA quería matar a todos los aficionados del Alavés que fuera posible

El 19 de mayo de 1985 Soledad Iparraguirre condujo el coche cargado con un artefacto explosivo hasta la explanada del estadio Mendizorroza de Vitoria

Era día de partido y la etarra dejó la carga del coche bomba orientada hacia las taquillas

El Gobierno trasladó a una cárcel del País Vasco a esta ex jefa de la banda terrorista en julio de 2021

Sólo unos meses antes el Tribunal Supremo había confirmado una pena de 122 años de prisión para Anboto por el asesinato en 1995 del comandante del Ejército de Tierra Luciano Cortizo Alonso

La Audiencia Nacional ha condenado a la ex Jefa de ETA Soledad Iparraguirre Guenetxea, alias ‘Anboto’, a 425 años de prisión por veinte delitos de asesinato en grado de tentativa, otro de tentativa de atentado contra agentes de la autoridad y un delito de estragos por un coche-bomba que el comando Araba de ETA colocó en mayo de 1985 en las inmediaciones del campo de fútbol del Alavés (Vitoria) antes de un partido de fútbol.

Por suerte, el artefacto explosivo no llegó a detonar porque fue desactivado por los especialistas del TEDAX.

Por estos hechos la Sala juzgó y absolvió (con un voto particular) el 29 de marzo de 2021 a la ex dirigente de ETA pero la fiscalía recurrió ante el Tribunal Supremo, que, el pasado mes de julio anuló la sentencia y ordenó repetir el juicio con otros magistrados por omitir erróneamente una prueba de huellas encontradas en uno de los vehículos utilizados por el comando terrorista y que identificaban a Iparraguirre.

Tras la celebración de un nuevo juicio la Sala considera acreditado que ‘Anboto’ condujo aquel día ‘el vehículo en cuyo maletero se había instalado un artefacto explosivo que fue aparcado en la explanada del Polideportivo Mendizorroza en la ciudad de Vitoria, junto al lugar en el que solían estar estacionadas las furgonetas policiales en los días de eventos deportivos, dejando orientada la carga hacia las taquillas’.

Respecto al informe dactiloscópico que no fue tenido en cuenta en el primer juicio, el tribunal explica que se trata de cinco huellas que fueron archivadas como anónimas y que se cotejaron con las indubitadas de Maria Soledad Iparraguirre que identifica las huellas de los dedos índice, medio, anular, y auricular de la mano derecha de la misma como auténticas a las reveladas en el volante del vehículo utilizado para montar el artefacto explosivo.

Para la Sala, cabe otorgar plena eficacia probatoria al dictamen elaborado por un organismo policial especializado, que ha sido sometido a contradicción de las partes y cuyos resultados son concluyentes: ‘existen cuatro huellas de Soledad Iparraguirre en el volante del coche que estaba cargado con el explosivo. De esta manera existe prueba directa de que Maria Soledad Iparraguirre estuvo físicamente presente en el interior del vehículo, y que agarró el volante con cuatro de sus dedos’.

La sala incluye además el testimonio de colaboradores del Comando Araba que ante el juez instructor o ante la Sala testificaron que Soledad Iparraguirre era miembro del Comando en el momento de producirse los hechos.

La sentencia, de 32 paginas y que puede leer aquí, indica que de acuerdo con el Código Penal que será de aplicación, el tiempo máximo de cumplimiento no podrá exceder de treinta años.

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