La crecida del Ebro ha costado más de 25 millones de euros

Cuando el rio crece…
El Gobierno de Aragón se hará responsable de los daños en los cultivos que no cubran los seguros agrarios hasta llegar al 100% tras la crecida del Ebro
La enésima crecida del Ebro ha costado, al menos, 25 millones de euros.
Es el cálculo que hace el Gobierno de Aragón, que ha anunciado que complementará con ayudas los daños donde no llegue el seguro agrario «hasta cubrir el 100% de los daños en cultivos y ganados».
El consejero de Desarrollo Rural y Sostenibilidad del Gobierno de Aragón, Joaquín Olona, ha corroborado que la riada ha afectado a 62 explotaciones ganaderas, ocupadas por 51.000 cabezas de ganado (25.000 de porcino, 21.000 de ovino y 5.000 de vacuno).
Han muerto 94 cerdos de cebo de una explotación de Villafranca que quedó inundada por la crecida y de la que pudieron salvarse 900 cerdos vivos. Asimismo, 200 ovejas murieron arrastradas por la corriente en Codos, donde también falleció el propio ganadero. Además, 600 lechones de una granja de Tauste perecieron ahogados. Las cifras se quedan «cortas» si se comparan con los 10.000 animales que murieron en la crecida del Ebro de 2015.
La superficie de cultivo inundada es de 14.000 hectáreas y en total 19.000 hectáreas se han visto anegadas. La estimación de daños agrarios se estima en 25 millones de euros, donde se incluyen pérdidas de producción y daños en infraestructuras agrarias públicas y privadas.
No se incluyen los costes de las actuaciones necesarias para prevenir y mitigar los daños de futuros eventos, así como de reposición de los daños en las infraestructuras de protección por lo que el coste final de la crecida supera los 25 millones apuntados.
El presidente de Aragón, Javier Lambán, urgió el miércoles al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, a la limpieza del río Ebro y a dar una «solución estructural» a las «ya crónicas» crecidas del río que se suceden desde 2003. Los afectados piden que se les deje dragar el río para eliminar los sedimentos que se acumulan cada año en el cauce y que reducen el caudal que puede soportar la ribera y sus afluentes.
Mientras se llega a un acuerdo -los ecologistas presionan para que el río no se toque- Joaquín Olona ha comprometido ayudas para «reponer las infraestructuras agrícolas tanto privadas como colectivas de cuyos beneficiarios también tengan seguro».
Tras reunirse con las organizaciones agrarias aragonesas (UAGA, ASAJA, UPA y ARAGA) para valorar los daños producidos por la crecida en los cultivos y explotaciones ganaderas, concentrados fundamentalmente en la Ribera del Ebro, Olona recordó la necesidad de que el Gobierno central se implique, porque «en materia de inundaciones la Administración General del Estado tiene responsabilidad». En 2015 la crecida del Ebro supuso 105 millones de euros a las arcas públicas.
El río lleva «dejando claro» desde 2003 que si no se actúa todos los años «se llevará por delante todo lo que encuentre a su paso». Felix Bariáin, presidente de la Unión de Agricultores y Ganaderos de Navarra (UAGN), considera intolerable que se produzcan «cuatro riadas en 10 años» y exige «soluciones» a la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE), «que no ha hecho nada por solucionarlo».
Bariáin explica que «el caudal histórico récord correspondía a la riada del año 1960 con 4.950 metros cúbicos por segundo y una altura en Castejón de 7,65 metros. En el año 2015, en primer lugar se midieron 2.406 metros cúbicos por segundo, y posteriormente lo subieron a 2.650 metros cúbicos por segundo y desde la CHE explicaron lo difícil que era medir los caudales y que no se podía asegurar que fuese menor que la del 2003 y que quizás el caudal se acercó a los 3.000 metros cúbicos por segundo; argumento que usa la CHE para concluir que no se puede demostrar que a menos caudal, haya mas inundaciones. En esta riada de 2015 la altura que alcanzó el agua en Castejon fue de 7,78 y es el récord histórico desde que se tiene el marcador de altura de Castejón».
El presidente de UAGN denuncia que «lo que está claro es que el río alberga mucho menos caudal que hace unas décadas y eso es porque el cauce no se limpia. Hemos vivido dos veranos muy secos donde se podrían haber llevado camiones al río para quitar la vegetación seca pero no se ha hecho y por eso pedimos responsabilidades al máximo nivel».
Y avisa de que «es imposible no creer que el río inunde más zonas cada vez con menos caudal». Un último dato: las inundaciones suponen pérdidas de género para las empresas conserveras. Por otra parte, ahora se debería estar plantando la hortaliza de verano o recolectando el espárrago, por ejemplo. En definitiva, el consumidor va a tener que pagar más por el producto que salga al mercado…