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El precio de las acelgas sube un 1.100% hasta llegar al súper

UPA

Comprar productos de proximidad ayuda a los productores españoles

Lo denuncia UPA Madrid

En la Comunidad de Madrid algunas de las mayores explotaciones agrícolas han tenido que cerrar debido a los bajos precios que pagan la industria y la gran distribución por las hortalizas. También por las elevadas tarifas eléctricas.

Los productores se quejan de hay épocas del año que ni siquiera cubren los costes de producción. La Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos de Madrid (UPA Madrid) ha constatado la enorme diferencia entre el precio que cobran los horticultores madrileños y el que pagan los consumidores por comprar por sus productos. Diferencias que van desde el 141,4% en el caso menos grave y que llegan al 1.180% en el de uno de los productos emblemáticos de la Comunidad, la acelga, que los productores cobran a 0,40/kg mientras que los consumidores llegan a pagar por un kilo 4,72 euros.

Acusan a la industria de mantener los precios bajos durante todo el año, reduciendo su rentabilidad a la mínima expresión. La situación se agrava en verano, cuando al mercado llegan las hortalizas del norte de Europa. «En verano bajan todavía más los precios y no cubrimos costes». Algunos no han aguantado. Es el caso de dos de las mayores explotaciones de la Comunidad, que han cerrado.

UPA Madrid indica que, «a mayores», las tarifas eléctricas que pagan los horticultores son desmesuradas. La organización se pregunta por qué la industria puede pagar una tarifa especial y los agricultores téngan que pagar una tarifa doméstica. «Llevamos mucho tiempo reivindicando una tarifa justa para nuestros negocios, pero los gobiernos hacen oídos sordos», lamentan desde UPA Madrid.

Los agricultores no dejan de asombrarse ante la «desidia» de la Comunidad, a la que acusan de no trabajar para solucionar los problemas del sector. Los productores denuncian que no hacen más que dificultar su trabajo «imponiéndonos trabas burocráticas».

En la situación de los agricultores madrileños también influye la bajada de la exportación hortofrutícola española. Según publica Cadena de Suministro, España cada vez importa más de estos productos. El año pasado se mantuvo la tendencia al alza de los años anteriores, con un aumento del 6% en volumen hasta los tres millones de toneladas y del 8,6% en valor hasta los 2.526 millones de euros.

La importación de frutas ha repuntado un 6,3% en volumen y un 10,2% en valor, con 1,7 millones de toneladas que suponen 1.739 millones de euros. A su vez, las hortalizas han aumentado un 5,7% en volumen y un 5,2% en valor, con 1,3 millones de toneladas y 786,8 millones de euros.

Este aumento, especialmente notorio desde el año 2013, demuestra que España se está convirtiendo en un país cada vez más importador, como prueba el hecho de que las compras de ciertos productos coincidan con los mismos periodos de producción en el país.

La situación preocupa, y mucho, a los productores nacionales, que ven como cada vez tienen más competencia extranjera en el abastecimiento de productos que solían proporcionar ellos a sus clientes españoles.

En este sentido, está siendo determinante el impulso de los puertos españoles, dado que muchos flujos de frutas y hortalizas, bien sea para exportación o importación, se gestionan ya por mar.

Solamente en 2016, los puertos del país movieron más de 8,5 millones de toneladas de este tipo de productos y Puertos del Estado prevé llegar a los 10 millones para 2020.

Por su ubicación geográfica, España se ha convertido en uno de los principales destinos para la importación hortofrutícola, a lo que se añade la existencia de numerosas conexiones ‘reefer’ en sus terminales, ampliamente preparadas para la manipulación de este tipo de mercancías, que suelen exigir un tratamiento especial debido a los diferentes procesos de maduración y requerimientos en cuanto a la temperatura y la humedad.

En la actualidad, Francia y Marruecos son los principales proveedores del mercado español, reflejando las estadísticas un claro desplazamiento hacia las importaciones de terceros países. Esta situación está generando mucha competencia con los que tienen calendarios y cultivos coincidentes con los españoles, como sucede con el mercado marroquí.

Hasta mayo de 2018, la importación hortofrutícola se ha incrementado un 8% en volumen hasta los 1,4 millones de toneladas y un 6% en valor hasta los 1.260 millones de euros.

Estas cifras no solamente refuerzan dicha idea, sino que que son el resultado de una mayor diversificación de las compras, ampliándose cada vez más la importación a nuevos productos.

Y el futuro es incierto. La industria española podría verse afectada por las limitaciones comerciales con Reino Unido que supondría la entrada en vigor del Brexit, puesto que existe una fuerte dependencia entre ambos mercados. Sin ir más lejos, es el tercer país hacia donde más frutas y hortalizas envía España después de Alemania y Francia, y a su vez, constituye el mercado principal para los británicos.

Si las negociaciones que mantiene Reino Unido con la Unión Europea finalizan con la temida adopción de barreras al comercio, las empresas españolas verían reducida su presencia en esta zona.

No obstante, su mayor preocupación reside ahora en el aumento de los impuestos al combustible, que podría tener consecuencias muy negativas para la economía española y para las exportaciones, dada la necesidad de trasladar a los clientes esa subida.

Este asunto está generando una situación de gran inseguridad, tanto en el sector hortofrutícola como en el del transporte en general, ya que sus beneficios podrían verse muy reducidos a consecuencia del aumento de los costes, algo a tener muy  en cuenta, ya que de por sí sus márgenes suelen ser muy ajustados.

Tanto es así que la Asociación de Transporte Internacional por Carretera ha alertado ya sobre el impacto negativo de esta medida para las exportaciones, recordando que la mayor parte de las que van dirigidas a países de la UE viajan por carretera.

Del mismo modo, la posible implantación de una euroviñeta en las carreteras españolas mantiene en vilo a los transportistas que operan en el país. Su puesta en marcha, dicen desde la CETM, afectaría a la competitividad de toda la economía española, encareciendo innecesariamente las exportaciones y lastrando el consumo.

El sector hortofrutícola sigue pendiente de los cambios que se produzcan en este área y que se suman a otros ante los que nada se puede hacer, como esa climatología adversa que afectó  a los flujos de exportación a principios del año 2017, provocando una fuerte caída de la producción y una elevada subida de los precios.

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