Finzi conserva la esencia del ‘Cirque du soleil’ en ‘Donka’, su homenaje a Chéjov
“No hay que representar la vida ni como es, ni como va a ser, sino como nosotros la vemos en nuestros sueños”, decía Chéjov, algo que Daniele Finzi Pasca ha interpretado a la perfección para dar forma a su último espectáculo, en el que lo onírico procura mezclarse con lo terrenal sin conseguirlo.
‘Donka, una carta de Chéjov’, es una arriesgada propuesta que pretende homenajear al dramaturgo ruso paseando a través de las particularidades que identifican a sus escritos: la confusión, la original idiosincrasia de sus personajes, los largos silencios y el humor.
Todo ello se combina bajo la inconfundible batuta de Daniele Finzi Pasca, autor del espectáculo ‘Corteo’ del ‘Cirque du Soleil’, en el que vuelve a mostrar varios elementos que coinciden en sus puestas en escena como las camas, las telas, los columpios y los aros, utilizados para ofrecer un espectáculo de equilibrios, acrobacias, malabares y contorsiones muy visuales que dejan al patio de butacas en vilo mientras, en esta ocasión, consigue carcajadas en cada sobresalto. Cuerpos etéreos que hacen parecer sencillo lo que en realidad lleva horas de trabajo y duro entrenamiento, dando una sensación de libertad absoluta.
Juegos de sombras que se superponen a las proyecciones para interpretar lo que Chéjov contaba en las notas de su diario. Unos intérpretes que, mientras combinan su gran variedad de acentos del mundo, hacen las veces de actores, expertos en todas las facetas circenses, músicos, cantantes y clowns.
Bailes de velos, escenografías de hielo y de metal se convierten en el mundo en el que se habla de las autopsias a cadáveres mientras provoca un lacrimógeno ataque de risa entre el público al conseguir con éxito realizar parábolas imposibles.
Todo ello sin dejar de dirigirse al público en todo momento, incluso con su iluminación, para, además de darle su ración de protagonismo, no dejar que pierda la consciencia de que está viviendo una representación teatral, mientras los actores buscan la esencia sin recurrir al ruido ya que, como llegan a decir: “El alma es un bello silencio”.
El teatro Compac de la Gran Vía madrileña acoge el espectáculo hasta el 30 de octubre.