«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Francia mirando a la Meca

8 de enero de 2015

Siempre tronos a las causas y cadalsos a las consecuencias. Después de convertir su ciudad en paradigma del multiculturalismo, ahora los parisinos se preguntan cuánto tiempo queda antes que desde la torre Eiffel se oiga el canto del muecín llamando a la oración. Algunos se encomiendan a Marine de Arco -o Juana de Le Pen– y se arrepienten de no haber escuchado nunca a su padre. Otros habitantes de la ciudad, sin embargo, le sacan lustre a la chilaba, convencidos de que su hora estápróxima porque el 27% de los jóvenes franceses apoya al califato del ISIS, porque la demografía es el destino -decía Comte-, porque Europa no podráevitar la guerra con el islam, y porque ahora mismo lo más probable es que la pierda. Por lo mismo las clases dirigentes -en toda la Unión- ya han elegido bando y apuestan por ejercer el papel de don Opas. Aquíel PP introduce el islam en los colegios y el PSOE pretende expropiar la catedral de Córdoba para reconvertirla en mezquita ocho siglos más tarde. Todo obedece a la misma lógica suicida, ese relativismo sesentayochista que hace tiempo le declaróla guerra a las raíces cristianas del continente. Ellos sólo pueden entender al islam como un aliado natural, a veces incómodo, pero siempre preferible al catolicismo, que parecen aníbales todos y le han jurado odio eterno a Roma.

 

 

Mientras, a la jauría mediática de la progredumbre le preocupa que los atentados de París aumenten las probabilidades electorales de Le Pen. También les duele que Michel Houellebecq publique una novela en la que dibuja una Francia donde impere la sharía, donde los partidos tradicionales le entregan el poder a un islamista para impedir el avance xenófobo. El escritor se va a forrar, y me alegro, es quizás el intelectual más libre y más certero de Europa. Claro que habráquien lea esa distopía con incredulidad, la misma que otorgaríamos a un cuento de los años ochenta que describiese a Guipúzcoa gobernada por ETA. Oh, wait.

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