«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Maltratadores

Artículo publicado hoy en el Diario Ideal, edición de Jaén, página 27

Un documentado reportaje nos presentó nuestro diario sobre los casos de agresión de los hijos a los padres dentro del hogar. La estadística de las sentencias sobre estos asuntos suben anualmente bastante. Un hijo que zurra la badana a sus padres es potencial dictador machista cuando tenga casa propia.

 

La enseñanza de la Religión Católica, la catequesis, los movimientos juveniles, las cofradías, son medios aptos para cortar de raíz un mal que crece, silenciosamente, en muchas casas y cuando se hace insoportable se acaba en el juzgado de guardia o en las urgencias médicas hospitalarias.

 

Dentro de los mandamientos de la Ley de Dios está el cuarto, que dice: Honrarás a tu padre y a tu madre. En el interior de esta norma está la veneración que los hijos deben a sus padres desde que son pequeños, hasta que los ancianos dejan este mundo en paz. Durante estos días se ha publicado que los padres podrán desheredar a los hijos que los maltraten de palabra, obra u omisión. Es una pena encontrarse a padres con magulladuras escondidas por la agresión filial; es deprimente que los hijos impongan un ambiente asfixiante dentro de la casa paterna con voces, amenazas, acciones y decisiones de las que tendrán que dar cuenta ante la autoridad judicial.

 

Algunos conocedores del problema afirman que buena parte de culpa la tienen los propios padres que les dieron a los hijos desde su nacimiento un trato de favores infinito y caprichoso, que los ha convertido en una fiera inaguantable que cada día exige su ración de fantasías y sueños.

 

Cuando la crisis económica, social y moral, ha cerrado el grifo de muchos padres mantenedores de hijos desbocados en el disfrute y el lujo de lo último de todo: ropa, teléfono, ordenador, bicicleta, moto…..Entonces la fiera se ha vuelto contra unos padres favorecedores de situaciones en las que ahora son las víctimas.

 

Los tribunales actúan, mientras son menores de edad, pero cuando se alcanza la mayoría legal, las cañas se vuelven lanzas y la respiración dentro del hogar es imposible. Los padres soportan estoicamente que esos hijos desbocados y caprichosos les levanten la mano, les abochorne, les ofenda y pasen a la agresión física.

 

Estos casos merecen conocerse para poner solución desde fuera. Los servicios de Cáritas encuentran situaciones a las que tratan de orientar y solucionar. A veces se llega a tiempo y el asunto se resuelve. En otros casos, la dramaturgia ha entrado en esa familia y el dolor, las voces, los gritos, las amenazas, las agresiones, son moneda de curso legal, mientras los propios padres no vayan a denunciar a los hijos que un día trajeron al mundo. Esto parece antinatural, pero es la única salida posible.

 

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